Si hay algo peor que ser ignorado, es que pretendan que les importa como estás, lo que sientes o lo que quieres.
Para qué dar largas y tediosas explicaciones sobre el por qué no sonríes, para qué repetir una y otra vez lo que no te gusta o te entristece, para qué pedir lo que quieres si al final de cuentas sin importar lo que hagas o digas nada va a cambiar.
Por mucho que estés dispuesto a sacrificar lo mucho o poco que tienes, si la otra mitad no quiere sacrificar nada, no va a funcionar, sólo escucharás miles de discursos baratos que intentan no parecer excusas, y todo quedará igual, solamente habrás pasado un mal rato y lo único que ganaste fue frustración.
En este punto ya no estoy triste, ni enojada, ni siquiera llego a la decepción...es algo como resignación, como eso que sientes cuando sabes que peleas en una batalla que estaba perdida desde el principio, la batalla en la que pusiste la poca fe y esperanza que te quedaban, aún sabiendo que era casi imposible salir ileso de ella.
Y de pronto me encuentro en el punto en el que debo decidir si esperar a que pidan mi compañía en el camino o marcar un nuevo camino y esperar que me sigan, con el riesgo que que no me pidan compañía nunca o no quieran seguirme...al final de cuentas, queda una gran posibilidad de terminar siendo sólo yo contra el mundo, como se suponía que sería desde el principio.
Si existe algo que nunca escucharás de mi es "quiero que hagas/dejes de hacer/digas/vengas/vayas/no vayas/..." no porque no quiera hacerlo, sino porque prefiero pensar que sigue siendo culpa mía por no pedirlo que sentirme ignorada cuando todo siga igual. No tienes que hacer algo que no quieres sólo porque es lo que necesito.
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