Porque al final de cuentas no podemos permanecer siempre de viaje, las vacaciones terminan, como todo en la vida.
Es una analogía complicada, pero funciona, tenemos un lugar de procedencia y un destino, a veces llegamos y a veces no, esta vez me bajaron antes del tren, si lo pensamos detenidamente no es tan malo, después de todo tenía mucho tiempo que no estábamos avanzando, quizá íbamos a destinos diferentes, quizá me subí al vagón equivocado, quizá mi pase de abordar había expirado, quizá el tren estaba destinado a descarrilarse.
Me bajaron del tren que no iba a ninguna parte. Probablemente nos encontremos en otra estación, nuestros caminos seguramente podrán cruzarse, pero es casi imposible que puedan volver a juntarse, porque construir un nuevo camino para dos es difícil, sobre todo si se tiene que hacer solo, ayudado únicamente con la esperanza de que el otro quiera seguirlo.
Sólo después de que te ocurre algo así, te das cuenta de que debes construir tu propia vía, esa que te lleve a donde necesitas llegar, tal vez no sea el mismo atajo que planeabas tomar para llegar más rápido a donde quieres ir; pero al final descubres que es lo mejor, porque una vez llegando a donde necesitas, llegar a donde quieres se vuelve mucho más fácil. Al final de cuentas ¿para qué perseguir una ilusión cuando puedes construir algo real?
Y entonces empiezas de cero, te concedes ese nuevo comienzo que te negaron al bajarte del tren, comienzas a preocuparte por ti solamente, por lo que quieres ser y hacer, por lo que quieres conseguir, por recuperar lo que fuiste una vez.
A veces volverse egoísta no es tan malo, si tú no haces cosas por ti ¿entonces quién las hará?
Porque si alguien decide eliminarte por completo de su vida, definitivamente no lo necesitas en la tuya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario