lunes, enero 09, 2012

Esa mañana...


...era nuestro día libre, me levanté, nos preparé café, te di los buenos días y te besé...luego de los acostumbrados comentarios matutinos nos sentamos a contemplar nuestro alrededor, aunque realmente nos contemplábamos uno al otro en cada oportunidad que teníamos.
Luego del desayuno, salimos a caminar por la ciudad, muchos lugares eran desconocidos pero familiares a la vez, observamos cada detalle y escuchamos cada sonido, incluyendo el de nuestras voces, guardando cada instante para nosotros y esa historia que escribíamos juntos.
Regresamos a casa y volvimos a la cama, vimos televisión, jugamos videojuegos, hablamos y reímos, tuvimos de esos instantes de felicidad que se logran sin mucho esfuerzo, y que son los que se valoran más.
Preparamos la cena, bebimos un poco, comenzamos a recordar anécdotas de las cuales seguíamos riendo, hablamos por horas de lo que nos gusta y de lo que no, de como la gente que nos hace la vida de cuadritos es la misma gente que nos regala satisfacción y risas al demostrar su estupidez.
Y así entre pláticas, risas y arrebatos de deseo, volvimos a dormir, en la cama que ahora era nuestra, que era testigo de nuestras distintas facetas y cómplice de las mismas...




...y entonces desperté, desperté en la realidad, en esta cama donde tengo que esperar más de un par de noches para compartirla contigo, en medio de una soledad que duele, desperté abrazando esa almohada que toma tu lugar, la misma almohada que me ve llorar tu ausencia...la diferencia fue, que esta vez sonreí, por que lo encontré, encontré ese sueño por el que tengo que seguir de pie, encontré ese sueño al que tengo que perseguir, y ahora que lo tengo, no lo pienso dejar ir...