sábado, noviembre 25, 2017

To the person who loved me the most...

...y a quien le doy las gracias.

Consciente estoy de que no quieres saber de mi, lo entiendo, si fuera tú tal vez pensaría igual.

Solamente sentí la necesidad de escribirte, porque la última vez no salió tan bien. Lo último que hice fueron reclamaciones, bien fundadas, pero reclamaciones al fin.

A veces me cuesta mucho enfocarme en lo positivo, y tal vez por eso me encuentro en este bache emocional ahorita. Lo cierto es que eso precisamente me hizo recordar y agradecer.

No todo fue malo. Me enseñaste que merezco que alguien me quiera, me enseñaste que puedo ser y merezco ser amada. Me enseñaste a ver que no todo lo que soy es malo; que a pesar de ser una persona difícil, merezco que alguien me abrace al final del día.

Aprendí que soy capaz de amar, que soy capaz de dejar que me amen. En ese momento no lo sabía, pero me volviste arte. Me convertiste en una obra maestra, en algo especial, en algo más allá de lo humano.

Y por eso te agradezco. Te lo dije antes, dejé de amarte hace tiempo, y no te extraño conmigo; pero en momentos como este, extraño lo que me hacías sentir.

Espero haber dejado algo productivo en ti. Ojalá hayas encontrado lo que tanto buscabas, y que alguien más tenga la fortuna de aprender de ti lo mismo que me enseñaste a mi.


domingo, noviembre 19, 2017

A quien corresponda...

...a quien le interese, y a quien se identifique.

Corresponde entender que el tiempo no se detiene, saber que sigue y seguirá su curso independientemente de nosotros, de lo que somos o lo que fuimos. Los días seguirán pasando y las personas seguirán sucediendo. Corresponde aprender a diferenciar entre lo indispensable y lo banal, entre lo que necesitamos y lo que queremos. Corresponde valorar lo que se tiene, ver más allá de lo aparente, entender que las personas son lo que son y que hacen lo mejor que pueden para estar.

Interesa reflexionar sobre cómo llegamos aquí, cómo nos convertimos en lo que somos. Interesa hacer conciencia de lo que hacemos para que quienes nos rodean nos acepten o nos rechacen, del por qué se quedan o se van.

Porque culpar a otros es bien fácil y cómodo. Porque admitir que hicimos las cosas mal y no hicimos nada para remediarlo nos saca de nuestra zona de confort. Porque las responsabilidades pesan, y si podemos hacer que otros las carguen por nosotros, lo haremos.

Por mi parte, identifico  tus errores y no los repito, porque no quiero terminar como tú. No quiero convertirme en lo que eres ahora, no quiero ser lo que fuiste. Entiendo tu frustración y tu enojo con la vida, pero eso lo conseguiste con tus acciones. Hoy decido ignorarte, para no perder lo que tengo, para no estar enojada con la vida, para no desatender lo importante, para no desgastarme con alguien que no lo vale.

Me libero de ti, porque tu carga no me corresponde, ni me interesa, ni me identifica.